Duración encuestas

¿Cuánto debe durar una encuesta?


Introducción: ¿Cuánto debe durar una encuesta?

 

Una de las preguntas que más nos hacen es: ¿Cuánto debe durar una encuesta? ¿Cuántas preguntas debería tener? Y claro, la respuesta habitual es ese típico y frustrante: “depende”. Va enserio, no es por salir del paso. Es que de verdad depende… de muchas cosas.

Piénsalo así: una persona joven puede estar horas hablando por teléfono con su pareja. Pero si quien llama es su padre, un minuto ya le parece eterno. En las encuestas pasa igual. Si el cuestionario está bien diseñado, si engancha, si fluye, si no abruma… el tiempo pasa volando. Pero si la encuesta es pesada, repetitiva o llena de preguntas poyaque (pues ya que hacemos este estudio…pues ya de paso colamos otra colección de preguntas) que no conectan con la realidad del consumidor… cada segundo es un suplicio.

Ahora bien, a veces, ni nosotros mismos nos creemos hasta dónde puede llegar la gente cuando la conversación es buena.

 

Primero te contamos una anécdota de una encuesta telefónica…

 

Hace unos años, en un estudio sobre hábitos de consumo en Ribadeo, una señora llevaba ya unos siete minutos respondiendo tranquilamente, cuando de pronto le pregunta a nuestra encuestadora:

 

—“Oye, ¿falta mucho? Es que justo antes de que me llamaras… he roto aguas.”

 

Sí, había llamado a la ambulancia y mientras la esperaba, decidió hacer la encuesta.

 

Porque, palabras textuales: “me estaba entreteniendo”.

 

¿Qué queremos decir con esto? Que el tiempo que alguien está dispuesto a dedicarte no depende de los minutos, sino de la calidad de la conversación. Una encuesta, como una buena charla, puede durar lo que haga falta… si está bien hecha.

 

Porque sí: una buena encuesta puede enganchar incluso en los momentos más insospechados. Pero que eso ocurra no es cuestión de suerte. Es cuestión de diseño, de técnica y de empatía.

 

Factores que influyen en la duración óptima de una encuesta

 

  • Evita preguntas innecesarias o preguntas poyaque: el primer paso para una encuesta eficaz es definir claramente las decisiones u objetivos que guiarán el cuestionario. Cada pregunta debe tener un propósito justificado por la información que se necesita para la toma de decisiones. Incluir preguntas poyaque o de curiosidad no relacionada solo alarga la encuesta y puede frustrar al encuestado.
  • Minimiza la fricción cognitiva: tan importante como la cantidad de preguntas es la facilidad con que estas se responden. La “fricción cognitiva” se refiere al esfuerzo mental que el encuestado debe invertir para entender y contestar. Si el cuestionario resulta confuso, denso o mentalmente agotador, muchos abandonarán antes de terminar o contestarán con menos calidad. Por ello, el diseño debe aspirar a ser fluido, claro y libre de obstáculos. Evita preguntas innecesariamente complejas o enrevesadas, lenguaje demasiado técnico, o requerir que el encuestado recuerde datos muy lejanos en el tiempo o haga reflexiones profundas bajo presión. Este tipo de preguntas difíciles añaden una carga pesada al encuestado y generan un índice de respuesta bajo.
  • Estructurar la encuesta como una conversación: aunque una encuesta sea un instrumento estructurado, en el fondo es una conversación entre quien pregunta y quien responde. Adoptar esta perspectiva al diseñar el cuestionario ayuda a fomentar el engagement del participante. Igual que en una buena conversación, la encuesta debe tener un hilo lógico y natural, donde cada pregunta sigue de forma coherente al tema anterior y se siente pertinente. Inicia con un buen saludo: las primeras preguntas tienen que ser fáciles e interesantes, las más atractivas o relevantes para enganchar al encuestado desde el principio. Esto actúa como un rompehielos y genera una primera impresión positiva. A medida que la “charla” avanza, las preguntas pueden profundizar en el tema, pero siempre guardando coherencia y mostrando al encuestado que sus respuestas importan.

 

Y sí, esto también aplica a las encuestas online

 

Estos factores valen igual para entrevistas telefónicas que para encuestas online. La diferencia está en el tipo de reto: en el canal telefónico, el mayor riesgo es que te cuelguen. En el online, especialmente si hay incentivos de por medio, el peligro es otro: que respondan sin leer. Y si no tienes herramientas para detectar ese tipo de comportamientos, lo que obtienes no es una muestra, es ruido. El diseño y la supervisión rigurosa son claves en ambos formatos.

Además, en entornos online la distancia es mayor, y con ella crece el riesgo de desconexión cognitiva. Cuando el participante siente que nadie le observa ni valida sus respuestas, tiende a responder con menos atención, sobre todo si el incentivo pesa más que el interés por participar. Por eso, tan importante como diseñar bien el cuestionario es establecer mecanismos de control de calidad.

 

Duración ideal de una encuesta

 

Vale bien, pero… ¿cuál es la respuesta a la pregunta sobre cuanto debe durar una encuesta?

La respuesta está en los datos: la encuesta ideal se sitúa por debajo de los 7 minutos y en ningún caso debería exceder de los 9-10.

A partir de los 10 minutos se dispara el rechazo a iniciar la encuesta. Es decir, en cuanto le dices a la persona que la encuesta se aproxima a los 10 minutos, son más las personas que rechazan iniciar que las que finalmente completan la entrevista. Y esto no es sólo un problema de coste, sino una amenaza potencial para la representatividad de la muestra ¿podemos estar incurriendo en algún sesgo dejando fuera perfiles concretos?

A partir de los 15 minutos, si ya los niveles de rechazo de partida están en máximos, se disparan las entrevistas que se abandonan una vez iniciadas. A los 20 minutos nos encontramos con que una de cada dos entrevistas iniciadas no llega a completarse.

En el caso de las encuestas online, la situación es más delicada. Mientras que en una encuesta personal o telefónica el encuestador haciendo uso de su empatía contribuye a amortiguar los efectos de la duración de la encuesta en los patrones de respuesta; en una encuesta online gratificada (la persona cobra por responder la encuesta completa) se corre un mayor riesgo de que las personas encuestadas entren en “piloto automático”.

Por tanto, idealmente, habremos tenido en cuenta numerosas cuestiones de diseño para minimizar sesgos: eliminar preguntas superfluas, rotar preguntas, ajustar la redacción, introducir preguntas de control, etc.

Pero llegados a ese punto, es fundamental contar con recursos que permitan detectar y depurar esas encuestas que no alcanzan los estándares de calidad debidos.

Te dejamos un gráfico que muestra la relación entre la duración de una encuesta y sus principales resultados de campo.

 

Relación entre la duración de una encuesta y sus principales resultados de campo

 

 

Relación entre la duración de una encuesta y sus principales resultados de campo

 

En el gráfico “Relación entre duración y resultados de campo” se aprecia claramente cómo influye la duración en el éxito del trabajo de campo. La línea verde representa la tasa de éxito o porcentaje de encuestas completadas; la línea amarilla muestra el porcentaje de personas que rechazan participar desde un inicio; y la línea roja indica la proporción de encuestados que abandonan antes de terminar.

Vemos que para encuestas cortas (en torno a 5 minutos) la gran mayoría de entrevistas llegan a buen puerto – la tasa de éxito es alta – mientras que los rechazos y abandonos son mínimos. A medida que la duración estimada sube a 7-10 minutos, la tasa de éxito comienza a descender y más gente declina participar de entrada.

Al alcanzar los 15 minutos, la situación se invierte drásticamente: muy pocas entrevistas logran completarse (la línea verde cae en picado), los rechazos iniciales se disparan (línea amarilla alta, indicando que mucha gente ni siquiera empieza al saber que tomará ~15 min) y los abandonos durante el cuestionario también aumentan. Para cuando una encuesta dura ~20 minutos, la tasa de finalización es prácticamente nula – casi nadie llega hasta el final – mientras que cerca de la mitad de los potenciales encuestados han rehusado participar desde el inicio y, de aquellos que accedieron a empezar, muchos desertaron a medio camino.

Más allá de los 15 minutos el descenso en respuestas completadas se acelera, y cerca de los 20 minutos la viabilidad de la encuesta se compromete gravemente por la combinación de rechazos y abandonos.

 

Al final…

 

Al final del día, la duración óptima depende de cuán bien logramos que cada minuto cuente. Un diseño inteligente, centrado en el encuestado, permitirá obtener información valiosa sin agotar su paciencia. Y siempre será preferible dejar al participante con la sensación de “¿ya terminó? Qué corta se me hizo”, antes que pensar “¿cuándo acaba esto?”. Como hemos visto, cuando se trata de encuestas efectivas, la mejor estrategia es ganarse cada minuto con buen diseño.

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